domingo, 11 de octubre de 2015

Morada

Son muchas las veces que me detengo a observar

a escuchar ese silencio que grita mi pecho

de entrelazar los dedos y refugiarse en los párpados

como de quien ríe y por dentro está muriendo


Esa sensación pesada y larga como de una   montaña infinita

el eco de lo desconocido susurra a mi oído        me condena a una prisión 

fría         solitaria     tabernáculo de mis llantos


No deseo mucho y lo poco que deseo lo deseo poco, decís 

me detengo y levanto los puños al cielo, como implorando una explicación

mas solo se escucha a la lluvia que cae

dando cuentas de una guerra en el cielo.

No conozco otra forma de dolerse más    

esos fantasmas que se crean en la memoria

de lo visible y lo invisible


Creo en lo profundo y en la razón porque cuando siente el corazón

 NO

no hay razones que puedan explicar la impotencia sentida

los gritos ahogados

              la mirada distante  

                una memoria 

de algo que pudo ser 

                                                       no lo sé       solo se observa el río    
                                                   (el dolor es un río interminable)

 las gradas y el camino parecen infinitos

no sólo sabemos de refugios   también de  moradas    

un hogar que me recuerda que no sólo en la memoria existe    
                                                    (como un lugar sagrado)

ese tiempo y ese espacio en donde la magia ocurre 

donde se cura la herida   un poquito 

hasta calmar ese dolor y sobrevivir un día más  
                                                   (como quien encuentra su hogar) 

uno   a la vez


1 comentario:

  1. Wow, qué genial como decís ciertas cosas:

    "...de algo que pudo ser

    no lo sé solo se observa el río
    (el dolor es un río interminable)"

    Me encanta! Seguí escribiendo María Fernanda. Vas a llegar lejos.


    Besos,

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