Son muchas las veces que me detengo a observar
a escuchar ese silencio que grita mi pecho
de entrelazar los dedos y refugiarse en los párpados
como de quien ríe y por dentro está muriendo
Esa sensación pesada y larga como de una montaña infinita
el eco de lo desconocido susurra a mi oído me condena a una prisión
fría solitaria tabernáculo de mis llantos
No deseo mucho y lo poco que deseo lo deseo poco, decís
me detengo y levanto los puños al cielo, como implorando una explicación
mas solo se escucha a la lluvia que cae
dando cuentas de una guerra en el cielo.
No conozco otra forma de dolerse más
esos fantasmas que se crean en la memoria
esos fantasmas que se crean en la memoria
de lo visible y lo invisible
Creo en lo profundo y en la razón porque cuando siente el corazón
NO
no hay razones que puedan explicar la impotencia sentida
los gritos ahogados
NO
no hay razones que puedan explicar la impotencia sentida
los gritos ahogados
la mirada distante
una memoria
de algo que pudo ser
no lo sé solo se observa el río
(el dolor es un río interminable)
las gradas y el camino parecen infinitos
no sólo sabemos de refugios también de moradas
un hogar que me recuerda que no sólo en la memoria existe
(como un lugar sagrado)
ese tiempo y ese espacio en donde la magia ocurre
donde se cura la herida un poquito
hasta calmar ese dolor y sobrevivir un día más
(como quien encuentra su hogar)
uno a la vez